jueves, 26 de mayo de 2011

Nadie valora el patrimonio


Hace 10 mil años en Córdoba vivían aborígenes, estos datos surgen de los estudios antropológicos y arqueológicos de la última década de profesionales de nuestra provincia. Gracias a esos trabajos se han podido determinar algunas cuestiones vitales para nuestra historia, como por ejemplo que tipo de aborígenes vivían en nuestras tierras. Pero todavía falta mucho de investigar como por ejemplo que comían, cual era su contexturan física, como fue el cambio social en lo últimos 10 mil años, como se organizaban en sus comunidades. Y la historia que fue fundamental en la génesis de nuestra población criolla actual. Por que muchos de nuestros abuelos tienen sangre aborigen. Todos esos datos se encuentras en los subsuelos de la Capital de Córdoba que ayer los concejales aprobaron que se destruyan. 
Algunos comunicadores cordobeses, amparados en la ignorancia, manifestaron ayer mediante las redes sociales opiniones tales como: “gente de la UNC que no quiere cocheras subterráneas, ¿temen que la humanidad pierda qué cosa? ¿Un jarrón comechigón? ¿Un manuscrito de Luis de Tejeda?”. Este tipo de aseveraciones lo único que hacen es convalidar el destrozo y el desamparo de una historia que va más allá de los libros del colegio secundario. El periodo precolombino, los conquistadores, el periodo renacentista, las construcciones españolas o italianas, han dejado en Córdoba, Argentina y Latinoamérica un valor histórico incalculable. Con el mismo criterio con el que los concejales aprobaron ayer la ordenanza de construcción de cocheras y algunos periodistas lo avalaron, en Perú deberían haber tapado con tierra el Machu Pichu o los mejicanos haber derribado las Ruinas de Chichen Itza para construir en esos lugares Shoping a cielo abierto o grandes centros comerciales en donde vendan ropa de última moda. Podrían, estos concejales, llevar este proyecto para que el gobierno de Distrito Federal de México, evalúe la posibilidad de hacer cocheras subterráneas en la ruina de Teotihuacan. De nada parece interesarle a estos ediles que debajo de la tierra que ellos pisan existe una ciudad de más de 10.000 años, en donde todavía sobreviven sus construcciones, tanto aborigen, como de la época de los conquistadores.  Claro, al parecer, ellos piensan que una piedra no dice nada. Habría que recomendarles que agarren los libros de historia de Córdoba o trabajos de investigación, que los hay y de a cientos en las bibliotecas de la Universidad Nacional de Córdoba. Lo que no dicen los ediles y algunos comunicadores, es que detrás de esta ordenanza aprobada ayer hay un millonario negocio inmobiliario y desarrollista. No dicen los concejales en su argumento que hacer cocheras en esos lugares del micro centro de la Capital cordobesa va a generar millones de pesos de dividendos. Millones de pesos que pueden dejar ciego a cualquier albañil que descubra una reliquia milenaria. Así como debajo de la tierra cordobesa se encuentra un tesoro histórico incalculable que cualquier ciudad europea o americana quisiera tener, también debajo de la tierra existe un gigantesco negocio desarrollista. Cada cochera que se haga en Córdoba va a destruir un pedazo de historia de nuestros aborígenes. El registro arqueológico es un libro que se lee una vez, al destruir el contexto donde se encuentra se pierde el valor de estudio. Vale recordar que en Argentina y en nuestra provincia, poco se ha estudiado de los aborígenes que habitaron en estas tierras sencillamente por que nunca fueron parte de la república hasta hace un puñado de años. es por ello la importancia que tiene “un jarrón comechingón”, por que esa pieza no será tan valiosa ni tan bella como la egipcia para exponer en un museo europeo, pero si le sirve a los profesionales para estudiar su historia. Ese “jarrón comechingón” tiene una información muy valiosa para el antropólogo o el arqueólogo, de esa información se puede reconstruir la historia de nuestros primeros habitantes. 
Solo nos espera guardar esperanza de que los eficientes controles municipales puedan cuidar nuestro patrimonio, situación que cuesta creer si uno certifica que la comuna capitalina no puede controlar ni los vendedores ambulantes que pululan por la peatonal. Ayer, en el Concejo Deliberante de la Ciudad de Córdoba, una vez más, el dinero y la ambición les ganaron al patrimonio y a la historia de Córdoba.